El MARTES día 4 de DICIEMBRE, a las 19,30 h., en el ATENEO JOVELLANOS de Gijón (C/Francisco Tomás y Valiente, 1), el profesor, articulista y escritor LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES pronunciará la conferencia titulada: “LA TRAYECTORIA INTELECTUAL DE RAMÓN PÉREZ DE AYALA”, con motivo de del cincuentenario de su fallecimiento. El ponente será presentado por JOSÉ LUIS ARGÜELLES, periodista.
Ramón Pérez de Ayala nació en Oviedo, el 9 de agosto de 1880 y murió en Madrid el 5 de agosto de 1962. Su padre, Don Cirilo, oriundo de Tierra de Campos (León) fue un comerciante de textiles que en su juventud residió en Cuba. Perdió a su madre, Doña Luisa, asturiana, en su primera infancia. Siempre se resintió de esta orfandad, padeciendo soledad y miserias afectivas derivadas, además, de estar la mayor parte de su mocedad interno en colegios de la Compañía de Jesús, San Zoilo en Carrión de los Condes e Inmaculada en Gijón. Eso le reportó un gran caudal de conocimientos humanísticos, debidos en parte al único profesor con el que simpatizó, el gran erudito Julio Cejador y Frauca, a la sazón incómodo huésped en una orden que no tardaría en abandonar. El anticlericalismo que le inspiró la educación jesuítica está plasmado en su novela autobiográfica “A.M.D.G.”, cuyo título hace alusión al lema Ad Maiorem Dei Gloriam, propio de la Compañía de Jesús.
Estudió derecho en Oviedo bajo la protección de Leopoldo Alas, "Clarín". Allí entró en contacto con los pensadores del Krausismo, entre ellos Rafael Altamira, Posada y otros. Aborrece el conservadurismo burgués de la ciudad de Oviedo, que en su obra aparece bajo el nombre de "Pilares". Otras denominaciones encubren en su obra literaria lugares y personajes reales: "Noreña" es Cenciella; "Novillo" es el presidente de la diputación, en “Belarmino y Apolonio”; "Pia Octava Cioretti" en “La pata de la raposa” es Natalia Perotti, viuda de Martín Escalera.
El ovetense Pedro González Blanco le puso en contacto con los modernistas de Madrid: Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa, Mariano Miguel de Val, Gregorio Martínez Sierra, Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y José Martínez Ruiz, "Azorín". En 1902 El Progreso de Asturias imprimió por entregas su primera novela, “Trece dioses”. A partir de 1904 empieza a colaborar en El Imparcial y ABC, y marcha a Londres en 1907 para huir del escándalo provinciano que se monta al publicarse su novela “Tinieblas en las cumbres”, iniciada dos años antes con otro título, “Eclipse de sol”; allí en 1908 se entera de la ruina y suicidio de su padre.
Viajó por Francia, Italia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos y fue corresponsal de guerra durante la del 14 para La Prensa de Buenos Aires. De su visita a los campos de batalla surgió su obra Hermann encadenado (1917). En 1927 obtiene el Premio Nacional de Literatura. 1928 es elegido miembro de la Real Academia Española.
En 1931, con José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, firma el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo "Padres espirituales de la República". El Gobierno de la República le nombró director del Museo del Prado y en 1932, Embajador en Londres. Descontento con el rumbo político pre-revolucionario que imponía en España el Frente Popular dimitió de su cargo en junio de 1936 y al iniciarse la Guerra Civil Española se exilió a Francia. Dos hijos suyos se alistaron como voluntarios en el Ejército Nacional y Pérez de Ayala explicó y defendió su toma de posición en una «carta abierta» publicada el 10 de junio de 1938 en el diario londinense The Times.
Vivió sucesivamente en París y en Biarritz y más tarde en Buenos Aires, donde fue nombrado Agregado Honorario de la Embajada de España. Diversos reveses familiares y sociales le sumieron en una aguda depresión. La amputación de la pierna del menor de sus hijos, primero, y la muerte, después, del mayor, fueron los golpes de gracia que hicieron del suyo un verdadero «dolorido sentir» y lo que le decidió a volver a Madrid, en diciembre del 54. Sus libros en la España nacional no tenían libre circulación y los americanos estaban prohibidos. Tras varias visitas ocasionales, acabó regresando definitivamente a España en 1954 y desde entonces allí residió, publicando regularmente artículos sobre temas literarios en el diario ABC. Murió en Madrid unos días antes de cumplir 82 años.